viernes, 3 de abril de 2009

Canelo

Eyes that pierce the soul

Silky purple uniqueness

Powerful presence

Ojos que perforan el alma

Sedosa y púrpura unicidad

Poderosa presencia

 

--Sally Clarke, Weimaraner (Haiku)

 

Cuando una vida termina, inevitablemente viene un recuento de historias, biografías desautorizadas, tentativas, imprecisas e incompletas de aquel que se ha ido. Permítaseme añadir una más a ese inacabable universo, dedicada a mi amigo Canelo.

 

Según se me cuenta, Canelo tuvo varios hermanos, pero fue él quien "hizo click" con Carmen. Por ese entonces, ella era una jovencita voluntariosa, y él era un hiperactivo cachorro: una dupla ganadora. Así que fue integrado a su nueva familia y de inmediato comenzaron los destrozos. Por supuesto, los destrozos de un niño sólo son molestos en el momento, pues el paso del tiempo los convierte en anécdotas propicias a la sonrisa. Así es como, en la familia de Carmen, aún se celebra con una cierta nostalgia la ocasión en que el cachorro destrozó una bolsota de azúcar y esparció el contenido por toda su casa. O su constante rastrear de carnazas.

 

Así, usualmente se veía a Carmen y a su amigo caminar por la colonia a diario. Por supuesto, no faltaron los problemas algunas veces. Dos o tres peleas, otros perros amigos y alguna novia que nunca terminó de concretarse. Incluso, cuando Carmen se metió en dificultades en su casa por culpa de quien escribe, Canelo encabezaba la lista de cosas que se irían con ella, aún por encima de ropa, dinero o recuerdos. Y finalmente fue así: hace un tiempo que ella levantó el vuelo junto con su amigo de toda la vida.

 

Hace poco se separaron, quizá por un largo tiempo. Un problema gástrico de importancia, aunado a su avanzada edad, hicieron que Canelo recibiera el sueño final acompañado de su amiga, quien le prometió que le evitaría un final lleno de dolor. Quiero pensar que se fue contento de que la persona que más lo quiso, y a quien él quiso más, haya estado con él en ese momento último. A mí me queda algo, quizá no tanto como a ella, para recordarlo. Quizá el hecho de que estuvo entre los pocos que me aceptaron tal cual, entre los pocos que nunca me vieron como rival o como enemigo. Quizá porque me fascinaba verlo mover alegremente la cola, curiosear entre las hierbas, caminar dando saltillos de gusto. Quizá, de un modo más sencillo, porque ese Weimaraner también fue mi amigo.

 

Juan.

1 comentario:

  1. hola:Antes que todo gracias, se que si estuvieras aquí hubieras sido el primero en estar ahi, a pesar de nuestras diferencias que a veces me parecen vanas. Y aun asi dices que no me conoces? Je je, a tu pesar nos conocemos de atras tiempo, perdón de tiempo atrás y mejor de lo que muchos quisieran.Se que esta bien y que anda revoloteando con todas las galanas ke en vida no se le dieron igual y ahora si se le hace.Te voy a mandar unas fotografías por si las quieres subir a tu blog.CuidateTe mando un abrazo muy fuerte.

    ResponderBorrar