sábado, 10 de abril de 2010

Adelante

There are places I'll remember

all my life

Hay lugares que recordaré

Toda mi vida

--The Beatles, In my life

 

Como recordarás, lector, el día de ayer se cumplieron dos años de que abandoné mi hogar en las lejanas montañas de Tláhuac para ponerme la cruz en el hombro y venir en busca de salvación y fortuna. Y espero que algún día me haré nuevamente a la mar con la cruz en la espalda. Pero ese día parece lejano. Si bien, sinceramente, estos dos años vistos en retrospectiva se han ido volando.

 

En este tiempo he tenido que aprender tres oficios. Y sin ser un maestro en ninguno de los tres, creo que la dedicación que les pongo compensa mi carencia de talentos naturales para ellos. He tenido mentores que son muy buenos en esos oficios (en especial el que me enseñó el que, espero, me llevará a México). He tenido dos o tres antagonistas también, pero habría sido muy iluso de mi parte esperar que todo fuera miel sobre hojuelas.

 

He tenido que soportar la discriminación a manos de un mexicano, y de un gringo que se cree mexicano. Pero, curiosamente, es un patrón gringo quien sí ha reconocido mi empeño en el trabajo. He conocido gente muy fuerte y auténticos hijos de puta. He conocido a verdadera gente buena, como el gran Don Agapito que se halla en Texas, y me he salvado de conocer gente auténticamente mala.

 

Me he cumplido mis deseos de niño, he ayudado cuando he podido y he tenido que poner algunas cosas en orden. Me he dado cuenta de que los migrantes no somos factor, como no sea económico. Me he dado cuenta de que el trabajo dignifica no por el dinero, sino por la persistencia que requiere. Me he dado cuenta de que el que más trabaja es el que gana menos.

 

Y he extrañado. He extrañado cada vez menos cosas. Pero hay una que no he dejado de extrañar. Cada noche desde el 9 de abril de 2008, he pensado en ella. Extraño el hecho de que con ella podía conversar aunque no hubiera temas. Podía permanecer en silencio y no importaba mientras ella estaba abrazada a mí. Recuerdo su risa cómplice, sus gustos raros, un poco de su voz y un poco de su cara. Recuerdo que nunca probé sus pancakes perfectos. Y recuerdo que me dijo "baboso" porque no quería despedirme de ella. La recuerdo en la estación, cuando por primera vez volví la vista atrás justo antes de subirme al autobús que me llevaría a Matamoros.

 

Pero todo eso debe ser ya irrelevante para ella, puesto que decidió iniciar una relación en mi ausencia. Como dicen los viejos, el amor de lejos no funciona, y ella encontró el amor en México. Me alegro por ella, aunque no por mí porque yo no lo he podido encontrar de nuevo. Pero eventualmente pasará, aquí o allá: me gusta ese asunto de ser pareja.

 

Este es, a grandes rasgos, el resumen de dos años. Veremos qué escribo sobre esto el otro año, mi imaginario lector.

 

Mientras tanto,
¡Hasta más ver!

 

Fu-Manchú

Los Siete Bosques de Vancouver, WA

10 de abril de 2010, 12:42am PST

2 comentarios:

  1. Yo en cambio, cada año siento que todo fue un sueño y nada paso,pero me angustia; y no se como explicarlo, qué somos, qué fuimos? por cierto ya cumplirás 30, felicidades de antemano.Aunque debo de confesar que hasta ahora comprendo muchas de las cosas que me decías ... y ella no es de nadie porque es libre como el viento y yo se que NO es feliz aunque se empeñe en fingirlo y yo creí que lo era, pero no se puede ser feliz cuando se chingo a otros.Felices, días y un fuerte abrazoDesde tierras bicentenarias

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  2. Ella te mintio: NO EXISTEN LOS PANCAKES PERFECTOS, algunos se queman... pero supongo que eso ya lo has de saber, por cierto que opino que puede haber mentido en otras cosas más. Take care!

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